Cine y Moda
Más allá de la inspiración que la una pueda encontrar en el otro —y viceversa—, el vínculo entre moda y cine siempre se ha interpretado bien como capricho de divas deseosas de imbuirse del lujo y el glamur (pero también del poder y el estatus) asociado a las grandes firmas, bien como estrategia publicitaria por parte de las marcas en busca de máxima audiencia.
Hay películas que han hecho historia en este mundo: unas porque sus protagonistas lucían 'outfits' que inspiraron a los diseñadores; otras, porque se sumergían en la realidad fashionista; otras, porque pasaron sin pena ni gloria cuando se estrenaron y, al cabo de los años, emergieron en una pasarela convertidas en tendencia.
Sin embargo, no han sido pocos los cineastas que han recurrido a los creadores del momento para explicar no solo las razones indumentarias de un personaje, sino para añadir además cierta familiaridad en su imagen, a veces, detrás de un gran director hay un gran diseñador o diseñadora, y no necesariamente por el empeño de la estrella de turno.
La ropa como herramienta psicológica es un recurso de amplio recorrido en las artes escénicas, aunque solo el cine la ha incorporado a su relato en términos de moda. La cuestión está documentada desde sus comienzos, con la participación activa de modistas y casas de costura.
Algunas películas donde la moda es muy representativa puede ser:
'Vacaciones en Roma': con un vestuario diseñado por Edith Head, la figurinista más reconocida (8 premios y hasta 35 nominaciones), propuso un cambio en la mentalidad: el paso hacia una tendencia casual. Por primera vez importaba más la actriz que el vestido. Tonos suaves y formas encargadas de realzar su figura: a veces cuellos abiertos que dejaban al descubierto sus hombros y su cuello, seña de identidad de Hepburn; o pantalones estrechos, que terminaban justo encima de tobillo. Un look más cómodo que catapultó a Audrey Hepburn como una nueva idea de gran estrella, esa que seguía manteniendo el carácter glamuroso mientras se cercaba cada vez un poco más a la tierra.
Hay películas que han hecho historia en este mundo: unas porque sus protagonistas lucían 'outfits' que inspiraron a los diseñadores; otras, porque se sumergían en la realidad fashionista; otras, porque pasaron sin pena ni gloria cuando se estrenaron y, al cabo de los años, emergieron en una pasarela convertidas en tendencia.
Sin embargo, no han sido pocos los cineastas que han recurrido a los creadores del momento para explicar no solo las razones indumentarias de un personaje, sino para añadir además cierta familiaridad en su imagen, a veces, detrás de un gran director hay un gran diseñador o diseñadora, y no necesariamente por el empeño de la estrella de turno.
La ropa como herramienta psicológica es un recurso de amplio recorrido en las artes escénicas, aunque solo el cine la ha incorporado a su relato en términos de moda. La cuestión está documentada desde sus comienzos, con la participación activa de modistas y casas de costura.
Algunas películas donde la moda es muy representativa puede ser:
'Vacaciones en Roma': con un vestuario diseñado por Edith Head, la figurinista más reconocida (8 premios y hasta 35 nominaciones), propuso un cambio en la mentalidad: el paso hacia una tendencia casual. Por primera vez importaba más la actriz que el vestido. Tonos suaves y formas encargadas de realzar su figura: a veces cuellos abiertos que dejaban al descubierto sus hombros y su cuello, seña de identidad de Hepburn; o pantalones estrechos, que terminaban justo encima de tobillo. Un look más cómodo que catapultó a Audrey Hepburn como una nueva idea de gran estrella, esa que seguía manteniendo el carácter glamuroso mientras se cercaba cada vez un poco más a la tierra.
La Bella y la Bestia: La diseñadora de vestuario inglesa Jacqueline Durran supera el difícil reto de traer al presente el vestuario de una de las películas más queridas de nuestra infancia. La nueva Bella de Emma Watson, que participó activamente en la concepción de su personaje, se reinventa en heroína feminista, lo cual se refleja en una ropa más cómoda y adaptada al movimiento, prescindiendo del corsé e incluyendo botas para caminar y grandes bolsillos en los que guardar sus amados libros. El nuevo vestuario no sólo es feminista, sino también ético y sostenible.
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